La nueva devocion de la cebolla


No puede dejarse morir, ese es el problema. Dios se hace. Y quiero que exista dios, porque no puedo ser dios yo misma, porque el hecho de sentir, de hacerme como él, insensible, no me deja opciones que yo pudiera escoger con convicción. Dios, idiota, demonio, más… todo, todo. Y lo quieren solucionar con una pastilla… y lo quieren solucionar con lo que se sienta bien, con lo que no sienta nada, y lo quieren todo en contra de la voluntad, y una, que no es capaz de morir como dios, se deja, se hace, se ríe. Y siempre está el miedo, y lo quieren disfrazar conmigo, y no puede forzar más que la vida, con la excusa del sabor, llenándose como barril sin fondo de ideas, de las que al menos quisiera hacerse parte, pero ni el diablo puede seducirla, odia luego acepta el propio sentido, y no es nadie más, aunque aparente…
Ay sí, qué tabla y qué cuchillo, qué destrucción, qué cinismo, qué teatro tan maravilloso, lo único que quiero es tener que escoger más al sacrificio frente al daño. Me place tanto el sólo hecho de poder doler si quiero, y haber escogido estar consciente.

Comentarios

Admin dijo…
has cambiado basante por estos lares lyla
Lyla Bokà dijo…
A qué te refieres, Daniel?

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