La boda: Una serie de eventos Afortunadamente contables.


Capítulo 1.
La planificación: “La puesta en escena”

Hay quienes realmente disfrutan - sin ningún problema ni contratiempo - de los preparativos de una boda… esos son seguro los que trabajan de wedding planners y te solucionan la vida.
Aunque no fui una  “bridezilla”*, sí hubo detalles que me estresaron de una forma “natural”, como la restringida  lista de invitados y la repartición de las invitaciones.  Pasa que a veces uno tiene muchos grupos de amigos, familia numerosa y todo tipo de compromisos… pero también pasa que son DOS los que tienen muchos grupos de amigos, familia numerosa y todo tipo de compromisos. Bueno, eso no pinta problema para quienes puedan solventar el fiestonón del siglo, pero para quienes  contamos con un presupuesto limitado para celebrar el sagrado matrimonio, tenemos que echar cabeza…  Decimos  bueno, sólo podrán ser #tantas# personas, de manera que del papelógrafo que fue en un principio la lista de invitados, no queda sino una hoja de libreta de bolsillo. Tachar es terrible… al principio me sentía como aniquilando y me acordaba de “mi pluma lo mató” pero en una versión literal, luego te vuelves una máquina trituradora automática con filtro inteligente: tienes que pensar en quiénes de todos tus amigos y amigos de tus padres han estado en tu vida de una forma hogareña, es decir, quiénes han sido como tus padres, como tus tíos, como tus hermanos. Por lo demás,  dejar a tus familiares más cercanos, a los “compromísimos” de tus padres y a todas aquellas personas a quienes-  lamentablemente en lugar de otras- “conviene” invitar… (crudamente cierto).  Y luego, lo mismo con los invitados de tu novio. Yo tuve suerte con David, porque él es de pocos buenos amigos, a quienes yo  conozco y también son mis amigos (unos más que otros, por supuesto). Eso es una de las cosas buenas de que la respuesta más práctica a cómo se conocieron sea “amigos en común”. Así que para él esa parte estuvo regalada, pero para mí… sólo eso y luego dar con las direcciones de cada quién y peor dar con sus casas, manejar de un lado a otro en el insoportable tráfico de la ciudad, sin contar las diez veces que tuve que volver a donde el calígrafo (que trabaja al otro lado del puerto) para poder hacer nuevos sobres porque alguien se acordó de algún otro compromiso, o para  corregir algún dato extraño, como cuando llegó mi mamá de su reunión contando que luego de entregar la invitación a su amiga, llegó la hija a curiosearla y exclamó emocionada :
Sra. Doña Fulanita de Tal, Blablabla…
Sao Paulo
“¿Se casa en Sao Paulo!”
 No, no, no, no, no…  Todo por ese protocolo de especificar quiénes son “Ciudad” y quiénes son “Otra Ciudad”. Y también ese “Don” y “Doña” de etiqueta obligatorio y chistoso. 
… Bueh. Pero una vez pasó eso, todo para mí fue “papelito”*
Este capítulo del cuento es más bien aburrido…  así que, para no perder la costumbre, lo tacho y paso directamente al siguiente.


Capítulo 2.
Pocos días antes: “El ensayo general”

Este título suena a que todo estuvo fríamente calculado. Y no, o bueno, en frío sí, en teoría.
Se siente una vaina rarísima, con un vacío de montaña rusa, pero como de Disney. Y estás waaaaaaaa contando los días y terminando de cuadrar todo.
Los más tensos eran mis suegros y el pobre de David ya no sabía dónde meterse, tanto así era su estrés, que salir conmigo a buscarme un vestido de baño para la luna de miel fue El paseo… Y todos los afanes que tenía atragantados detonaron el día anterior en un grano de un tamaño enorme al lado de su nariz… Para colmo yo reprochándole “le dije” por no hacerse una limpieza o al menos lavarse la cara antes de dormir. Harto “autofotoshoc”* luego…
Por si fuera poco, mi fortuna laboral se acrecentó brutalmente y preciso el día anterior, cuando tenía que recoger tortas y no sé qué cosas más antes de ir a la playa, tuve tan sólo dos entrevistas diferentes a la misma hora… Estuvo estrepitoso, pero  ¡resultó bueno! Por eso a David se le terminó de quitar todo el estrés: más allá de mis proyectos independientes tendremos un ingreso fijo más.
Pero no he contado la odisea del anillo de compromiso, que fue lo que sí me estresó… ¡No lo encontraba! El domingo anterior  había llegado cansadísima con David a escoger atuendo para la primera entrevista y en medio del cansancio y el desorden ¡NO SE DONDE LO DEJE! Y David y mi mamá tranquilísimos diciendo que “sólo es un anillo” y que “por ahí debe estar”, aún cuando Jenny barrió al siguiente día y no apareció. (Ahora con la empacada y la mudanza mi desorden es peor que catastrófico) Entonces mi mamá y mi tía Ana salieron a buscarme un amague, un reemplazo que se ve aún más rimbombante, para no llegar a la boda sin el símbolo del compromiso. Y eso que yo pensé antes del matrimonio civil que eso no iba a haber anillo siquiera, pero el enredado de mi novio llega a la casa después de haber firmado el contrato nupcial a decirme que necesitaba hablar conmigo de algo muy importante (Oh,oh…) “Tú sabes que yo siempre hago las cosas al revés…” (“¡ay, no! ¡En qué me he metido? ¡Qué secretos oscuros me está revelando ahora que ya me he casado con él?”) Y nada, era para pedirme matrimonio cuando ya no podría decirle que no… Lindo él, ¿no?



Capítulo 3. 
El día de la boda: “El estreno” (o  más bien “La improvisación”).

Tenía razón la Lore cuando opinó que había sido la mejor decisión el haber apagado mi celular ese día… que se supone que es tu día y debes estar relajada y sí, cómo no… No paraban de  afanarme los míos y los otros que si esto, que si lo otro, hasta Violeta (mi sobrina de 3 años) reclamando por todo. Jaja, qué linda, quería tener su vestido de corte puesto desde el día anterior, y como toda la atención era (ni siquiera para mí) para la boda en sí, estaba de Un chinche…
Hasta que, bueno, me instalé en un sofá en el cuartillo de arreglo a esperar a Lore, tratando de empezar a meditar para calmar un poco las energías, cuando de pronto TRACATRACATRACATRACATRÁ se les ocurre a los operadores del club la grandiosa idea de ponerme una música bien animada y súbita que casi me mata de un susto. Salí indignada a decir que PORFAVOR no me hagan esto, si van a poner una música tranquilita y bajita, bueno… pero ese reggaetón de metralleta: ¡auxilio!
Ya después llegó Lorena a consentirme y al fin entré en relax… más o menos… David después llevándole el ramo del carro a mi papá, reclamando que estoy desaparecida y sin poder verme, bueno… Sin hablar de los visitantes del club que estaban interesados en casarse ahí también, o unos cuantos jovencitos curiosos (y la metida, ¿no?)… Bueno, menos mal tenía un señor lo más querido que estaba ahí afuerita pendiente por cualquier cosa que necesitara. Y bueno, ya iba estando lista cuando apareció mi hermana con Viole en su corre-corre también a que Lorena la maquille… Entonces yo esperando para que me ayudaran a ponerme el corsé y viendo que Violeta no haga desastres… ¡pero una linda! “Quédate quietica “, le dijimos, y literalmente se quedó sentada como una muñequita de porcelana (mirándose al espejo y paralizada sin mover un dedito). Y mi papá llamando como un loco aturdido por la tardanza, y mi hermana colgando el teléfono… Yo también colgué la primera vez porque IMAGINATE qué estrés el griterío… Y Lore diciendo que era peor si le colgábamos porque se ponía más nervioso.  Con media hora de tardanza me encontré con él y comprenderán mi estado de intranquilidad…
Fue como todo instantáneo, (hay una foto excelente reflejando eso antes de salir del carro), casi casi como cuando uno sueña, que estando en un lado no asimila bien cuándo apareció ahí… Y miraba las caras blurreadas* de la gente al entrar, ¡parecía un cuento! Y pensaba que cómo no le habían sacado el  cartelito ese bien lobo* a la iglesia (Jajaja).  Mi papá al llegar adelante le dijo a David algo que lo puso peor de tembloroso y todo lo demás fue algo tan chistoso, ¡me encantó! Ese era el espíritu de “boda kitch”… Con los “piiiiii” y los “PRs PRs” de las fallas del micrófono, y los comentarios a viva voz de la Pachi y la Viole. Todo improvisado de una manera espectacular. Sin dejar de sentir un alivio cuando el Padre llama a “la señorita que va a leer la primera lectura” y David y yo mirándonos con cara de suspenso porque no habíamos definido eso, y yo mirando para atrás con ojos de ALGUIEN SALGA, código que María Mercedes -no sé cómo- captó ahí mismo y salió ella toda digna y estupenda a leer como toda una dama. Yo estaba entre la risa y el llanto, no sé por qué me temblaban tanto las manos y las miraba concentrada tratando de darles la orden de “¡A ver, qué les pasa!, Cordura, por favor…” Pero David peor, no sabía qué hacer, ni para dónde mirar… Estaba de locos todo, parecía una escena de película de bajo perfil, ¡lo máximo!
Se rompió todo protocolo a partir de entonces… Luego de bajar a la playa y saludar como silvestremente no más se hace, mi papá tomó el micrófono como animador de kermese y cuando íbamos a bailar el vals no aparecía Ana Luz (mi suegra), así que Xavier (mi suegro) empezó a bailar con David, y después cambiamos y los consuegros quedaron emparejados, entrando entonces Ana Luz y mi mamá persiguiéndola para bailar con ella, pero ella agarró a David, ¿o a Xavier? Y así… todo se fue poniendo muy ameno.
Al rato apareció este personaje de cuyo nombre no quiero acordarme, pero que sin su presencia quizás las cosas se hubieran tornado un poco planas, por decirlo así, aunque no creo, pero en todo caso esto le puso su picante… No fue sino cuando los amigos de David llegaron alarmados a contar que ahí había una “tipa en bolas”*, cuando supimos de quién se trataba… “¿Cómo, es invitada?”, ¡qué bieeeen!, ¡buen augurio!”. Y mejor no doy detalles de su comportamiento el resto de la noche, suficiente con decir que se sentó en la mesa donde estaba mi suegro a proponer que todos se empelotaran* y se metieran al mar.
Fue una cosa chiquita y muy familiar, “romántica” como dicen los “románticos”, con un asunto meteorológico trastornado… Perfectísimo. Y Cupido andaba también por ahí traveseando (muchas veces era Cupido vestido de novia…). Toda la maravilla y sin exceptuar a las amigas borrachas que me hicieron avergonzar ante mi familia política. Goces y “mamaderas de gallo”*, sentimentalismos y aullidos lunares… No sé qué más puedo decir, esta es la parte en que los que estuvieron ahí dan su versión.


Capítulo 4. 
La noche de bodas: “El malentendido”.

Seguramente al leer los títulos de los capítulos, uno que otro lector saltó directo para acá… Lógico, con lo que se espera del evento, uno nunca imagina que alguien dé detalles de la primera noche de casados. Si usted ya estaba entusiasmado con lo exótico de la boda y quiere leer más acerca de lo fascinante y prodigioso de esta noche, es mejor que se lea una novela o que vaya a verse una película  de Hollywood.  Sin embargo, esta es la parte más interesante de todo el cuento, fantástica sí es, si usted es partidario del realismo mágico, y le gusta saber acerca de la cultura popular de los balnearios del antiguo Guayas en Playas de Villamil.
Alrededor de las 3am nos fueron echando de la playa, despiadadamente… Sin poner Cristian Castro ni Barney ni nada, nada… Fue entonces un apagón incluso para quienes insistíamos en ver el amanecer. Fue en ese instante cuando preguntamos por la habitación matrimonial que nos habían claramente ofrecido cuando hicieron la cotización de la fiesta… y, de pronto… la película cambió de género… todo se tornó terrorífico. No sólo porque estaban los novios con la pegajosa compañía de aquel personaje nudista, quien pretendía pasar la noche quién sabe dónde entre las olas (o entre los novios quizás), sino porque resultó que ya ellos no tenían dónde acomodarse. Fue el colmo de los colmos, no quiero dar detalle para no herir susceptibilidades y no echar maleficios, pero el asunto es que tuvimos que esperar más de una hora para ver entonces a qué pesebre llegábamos aquella noche. Nadie contestaba, los hoteles estaban cerrados, nadie atiende en todo el pueblo a las 5 de la mañana ni mucho menos hay alojamiento porque los mejores lugares estaban ocupados en su mayoría por los propios invitados, incluso los lugares donde habían dormido los novios el día anterior. En otras palabras, o regresaba al sofá de mis padres, o pasaba con mi marido así fuera en una pocilga. Dicen que es mal agüero, mal agüero pasar la noche de bodas cada uno por su lado… pero independientemente de eso yo prefería de todas formas estar con David.
Y así fue como encontramos posada en el hotel “Nevada”, donde me sonaba que habían dicho unos amigos que se quedarían, y con ello imaginé que no estaría “tan peor”.  Sólo tenían una habitación con cuatro camas, a lo que dijimos ¡sí!, desesperados. Y cuando subimos… el olor a humano y la presencia de cada cama, las sábanas como húmedas… El baño que hablaba de lo sucio, que eructaba debía decir de lo putrefacto… Con suerte escogimos la cama (single) menos despedidora* para  siquiera hallar descanso. Por si fuera poco, mis cosas no las tenía conmigo porque se habían quedado encerradas en el carro del cual mi papá había botado* las llaves, así que ni idea de aseo, control de esfínteres total.
Era un segundo piso con un ventanal sin cortinas que daba al faro… Envidiaba la facilidad que tiene David para acostarse y por las mismas empezar a soñar… Ya como a las 5 me resigné del todo y logré pegar el ojo y entrar en sueño… cuando ¡llegaron los extraterrestres a raptarme! Pero no era el sueño… Claro, el amanecer pegó durísimo con la luz del faro iluminando los cuatro toldos de colores dando vueltas alrededor del cuarto. Le dije ¡David, vámonos ya! Yo ya con mis esfínteres apretados para no tener que aceptar la alternativa de entrar al fango mortuorio que era ese baño.  Así que salimos, yo de novia con el copete desecho y el maquillaje corrido, y él todo elegantísimo con su terno de lino arrugado, a tomar el primer moto-taxi* que pasara por ahí.  Y el hombre que conducía nos dijo muy apenado cuando lo paramos que para allá no llegan, pero cómo sería nuestra miseria que se compadeció de nosotros y apenas vio al vigilante de tránsito se desvió y por entre-calles nos dejó en la hostería donde estaban hospedados todos.  Y lo más bonito del cuento es que al dejarnos nos dice muy avergonzado que ellos normalmente cobran cincuenta centavos, pero que hasta allá sí eran setenta y cinco… ¡Tome un dólar, caballero!
Y al fin… a un baño decente mientras esperábamos que se abriera el servicio de desayuno…  En esas apareció la tía “Lissé”, quien fue la primera acreedora de nuestra aventura matrimonial, y en contarnos la de su propia noche de bodas que no se nos queda atrás. Los invitados fueron amaneciendo sorprendidos de lo madrugador de los novios… (Si supieran)  Entonces nos les pegamos a los primeros en salir hasta Guayaquil, donde pasamos la tarde durmiendo… y la noche haciendo maletas… y a las dos horas tuvimos que ir al aeropuerto para ver cómo las cosas volverían a tomar color rumbo a nuestra luna de miel.




FIN





GLOSARIO (en orden de aparición) 
*bridezilla: término tomado de una serie de televisión gringa que se refiere a las novias       neuróticas.
*papelito: término ecuatoriano que quiere decir tranquilo, como si nada pasara. 
*autofotoshoc: expresión vulgar de auto-photoshop, retoque digital de una foto de sí mismo. 
*blurreadas: expresión vulgar del efecto "blur" (herencia del photoshop). Borrosas, desenfocadas. 
*lobo: (en colombiano) de mal gusto. 
*tipa en bolas: mujer desnuda. 
*empelotaran: que se quiten la ropa hasta quedar "en bolas". 
*mamaderas de gallo: bromas, chistes entre amigos. 
*despedidora: que ahuyenta. 
*botado: (del colombiano "botar") perdido. 
*moto-taxi: especie de carretilla motorizada muy común en los pueblos de la costa ecuatoriana, que presta el servicio de taxi.

Comentarios

Anónimo dijo…
Hola, me gusto tu historia.
estoy proxima a casarme y es un stress increible.

Saludos! =)

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