¿Qué significa no tener tiempo?
En este preciso segundo, y el que me tomé para estrenar la interrogación, me invadió el antojo de abrir el cajón de mi edad para tomar un poquito de tiempo: por suerte, no me lo comí todo el año pasado, y aunque sacié mi hambre, aún quedaron algunas migajas que quisiera compartir. Sólo espero que a ustedes también les sobre algún pedazo.
Hoy estaba mirando el día como día y no como pasatiempo, porque seguramente hoy pasará para la humanidad como una aguamala despistada topándose en algún pensamiento del mar con nuestra piel: a veces arde pero después se olvida.
Lo que yo no quiero es olvidar esa punzada, y por eso aconsejo amontonarlas en algún estante de la razón, si es posible, lejos de la realidad para que las podamos escuchar.
El tiempo que no se tiene es tan sólo el audífono de nuestra existencia, claro que también estamos cuando dejamos al sonido pasar, pero el trabajo para el que más servimos es el que los sordos aspiran.
Discúlpenme la rapacidad, pero yo sí no tengo tiempo y sé que el egoísmo es innato en los hombres porque ya venimos manchados con el pecado original de la industria, que es la madre de todos nuestros deslices de tiempo.
Se preguntarán entonces, por qué desperdicio el tiempo que no tengo de esta manera tan poco productiva, y les diré: ¿productiva para quién?
El poco tiempo que me queda se lo dedico a él, pues ha sido nuestro invento abandonado.
Cuando no tenemos tiempo dejamos de sentir para producir, dejamos de escucharnos, de pensar sólo por placer, de saborearlo mejor, de morar su suavidad, de soñar con sus fragancias, de llorar sus minuteros y calcular sus algarabías para recordarles la risa; aunque sea sólo un encuadre de nuestras vidas.
Al contrario, nos preocupamos por llover, limpiar, mañana, tarde, lejos, costoso, adelgazar y otros más, como si el vivir fuera sólo unas cuantas palabras que ni siquiera tienen concordancia.
No le echemos más la culpa de nuestra organización al pobre tiempo, que no tiene por qué ser sinónimo de estrés, y ni siquiera sabemos si le gustan los apodos porque no acostumbramos a charlar con él antes de utilizarlo.
Un día como hoy, que es simplemente un día, sentémonos en un banco a depositar nuestros cheques de tiempo y paguémosle el sueldo a nuestros relojes para que nos dejen en libertad. De paso, démosle una limosna a quien realmente lo necesita y no tiene con qué mezclarlo.
Basta con querer para eliminar la excusa y bautizar otra con nombre de motivación.
No hay tiempo que perder… porque no es un juego, ni una batalla, ni un deporte, ni mucho menos una propiedad. El tiempo no es. No tenerlo no significa, pues es él el que nos tiene. Sin él no seríamos distintos, pero por nosotros subsiste.
Si este tiempo no es pan de nuestro agrado, al menos respetémoslo, ya que aún hay quienes lo conservamos en latas de memoria que se cuentan sin números
Hoy estaba mirando el día como día y no como pasatiempo, porque seguramente hoy pasará para la humanidad como una aguamala despistada topándose en algún pensamiento del mar con nuestra piel: a veces arde pero después se olvida.
Lo que yo no quiero es olvidar esa punzada, y por eso aconsejo amontonarlas en algún estante de la razón, si es posible, lejos de la realidad para que las podamos escuchar.
El tiempo que no se tiene es tan sólo el audífono de nuestra existencia, claro que también estamos cuando dejamos al sonido pasar, pero el trabajo para el que más servimos es el que los sordos aspiran.
Discúlpenme la rapacidad, pero yo sí no tengo tiempo y sé que el egoísmo es innato en los hombres porque ya venimos manchados con el pecado original de la industria, que es la madre de todos nuestros deslices de tiempo.
Se preguntarán entonces, por qué desperdicio el tiempo que no tengo de esta manera tan poco productiva, y les diré: ¿productiva para quién?
El poco tiempo que me queda se lo dedico a él, pues ha sido nuestro invento abandonado.
Cuando no tenemos tiempo dejamos de sentir para producir, dejamos de escucharnos, de pensar sólo por placer, de saborearlo mejor, de morar su suavidad, de soñar con sus fragancias, de llorar sus minuteros y calcular sus algarabías para recordarles la risa; aunque sea sólo un encuadre de nuestras vidas.
Al contrario, nos preocupamos por llover, limpiar, mañana, tarde, lejos, costoso, adelgazar y otros más, como si el vivir fuera sólo unas cuantas palabras que ni siquiera tienen concordancia.
No le echemos más la culpa de nuestra organización al pobre tiempo, que no tiene por qué ser sinónimo de estrés, y ni siquiera sabemos si le gustan los apodos porque no acostumbramos a charlar con él antes de utilizarlo.
Un día como hoy, que es simplemente un día, sentémonos en un banco a depositar nuestros cheques de tiempo y paguémosle el sueldo a nuestros relojes para que nos dejen en libertad. De paso, démosle una limosna a quien realmente lo necesita y no tiene con qué mezclarlo.
Basta con querer para eliminar la excusa y bautizar otra con nombre de motivación.
No hay tiempo que perder… porque no es un juego, ni una batalla, ni un deporte, ni mucho menos una propiedad. El tiempo no es. No tenerlo no significa, pues es él el que nos tiene. Sin él no seríamos distintos, pero por nosotros subsiste.
Si este tiempo no es pan de nuestro agrado, al menos respetémoslo, ya que aún hay quienes lo conservamos en latas de memoria que se cuentan sin números
Comentarios
Sentir la punzada y almacenarlaS? (Sentir las punzadaS ó almecenarlA)
El texto comienza en primera persona y después pasa a una filosofía (narrativa) más agradable. Sería mejor si todo fuera como la segunda parte.Me gustó MUCHO a partir de "Cuando no tenemos tiempo dejamos de sentir para producir....)
FELICITACIONES!! Lyla (Negra, No Pardo)
Solo así pude llegar a el.
GRACIAS,
¿aun sientes con tinta?
PAZ
primero la tinta me recorre y después sale al aire... todo empezó por una canción que escribí que decía algo como: sólo es más fácil, pisar con los dedos las letras...
Funciona para compartir la inspiración y obviar la distancia pero no hay como sentir con tinta.