Tarareánte


Tan tarán tantá-ran... Tan tarán tantáaa-ran... 

Da lo mismo, siempre quise reproducir los tarareos exactos en letras, pero la melodía sonora siempre supera la musicalidad literaria... :) (Por si acaso, este no era el tarareo de la clásica canción de boda, ese en cambio sería como "Tan ta ta tán... Tan ta ta tán Tan Ta ta ta tán TantaTatán tantataTáaan... Tantarán tan tarántan tan tan tan tararán tantaraán, TantataTán tan tarán tan tan tan tan tantaarán tantarán tantaráran..."). Ojalá pudieran seguirme, porque por más que la relea yo ya no recuerdo la melodía de lo primero que estaba tarareando.
Estaba leyendo a María Fernanda Heredia en una revista Hogar en la sala de espera del consultorio, apenas me dio tiempo para leer eso (milagro que fue rápida la atención... quizás porque como llevé a mi hermana de improvisto, valió la pena demorarnos un poco en salir, y llegamos lo suficientemente tarde como para esperar lo justo que se debería esperar en una cita médica -alrededor de 10 min.-), de todas formas creo que ese espacio es lo mejor de esa revista, o lo que la hace interesante para mi, al menos. De paso es tan divertido llevar niños de la edad de mi sobrina a lugares como estos, porque se ganan la fascinación de todo el consultorio, sin obviar se llevan también todos los premios. Claro, divertido cuando no son propios, porque en este caso la pobre de mi hermana estaba ya desesperada... ("Violeta, tienes un sueño que ni te imaginas"...) Y pensar que yo me aguanto a 20 de esos metidos en un salón durante 5 horas diarias. Anyway, los comentarios de los niños son lo mejor... Debería hacer un diario sólo de esos. Hoy trataba de explicarle a la Viole lo que eran los virus, porque está en la etapa de los "¿Y Po' qué?" (¡descubrí que soy buena para desviarlos!) Entonces le decía que son unos bichos tan pero tan chiquitos que son invisibles, que nos atacan sin que nos demos cuenta y nos hacen enfermar, que sólo los podemos ver con un microscopio... Y camino al consultorio decía "Vamos a que el doctor le saque los bichos invisibles a la Pippi". Mucho antes de explicarle lo de los bichos, estaba como mediando su juego de prepararme un té de fresas y un pollo, entonces encontró una mini caja de cereal y le dijo que le iba a poner pinturas, pero que entonces ya no me la podía comer, y le dije A menos que le pongas pinturas comestibles... Se emocionó y exclamó "¡Siiii vamos a ponerle pinturas concertintas!". Luego, mientras me hacían una limpieza de cutis, ella hacía grandes esfuerzos  por encaramarse a camilla para poder "ver cómo le quitan la piel a la Pippi". 
Muchos concuerdan en que mejor que ser madre es ser tía, en cierta -cómoda- manera, ¿no? De todas formas siento que debe ser hermoso todo el proceso, la verdad, como todo en la naturaleza milagrosa, es increíble sólo el hecho de que una célula se divida para formar otra, y así como cuando se mezclan los colores al pintar... Parece que con haber acabado la repartición de los convites matrimoniales, mi nuevo ciclo psíquico se adelantó... Quizás me estresó tanto esa parte, que mandé el séptimo a volar, lo dispersé por toda la ciudad, más algunas cuantas migas de liberación de energía a través de Correos del Ecuador que by the way me resultó costosísima la transacción. Aparentemente ya no hay Renovado sin Ecarecido. (Y ahí se me fue una figura musical muy bonita). ... Más vale salir pronto de los tedios causados por el esoterismo, aunque sea "placebamente". (Para los que no tienen idea de lo que estoy hablando y que de casualidad se encuentren curiosos, refiero algo de filosofía oriental que quizás luego Spencer Lewis aplicó al pscico-marketing -por llamarlo de alguna manera- en su libro "El Dominio del Destino"). 
Así que, desde ahora, ¡a escuchar música motivadora se ha dicho!

"And if you follow there may be a tomorrow
But if the offer is shun you might as well be walkin' on the sun"...

 

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