De los desamores y otras Maestrías.

En la foto, Daniel Patiño. La foto la tomó Camilo Pareja. 2006

Estoy en un proceso de sanación y de entender cuán útil en realidad soy, y todo lo que hago y estudio. Es un gran duelo, que contiene dolor, como si en este momento haya querido abrir o descubrir todas las heridas de mi infancia y adolescencia, y cuando soy grande, ahora, convertirme en básicamente una doctora - como dijo mi hijo luego de ponerle el mágico Bialcohol (porque no duele) y una curita donde estaba sangrando. También es un momento en el que toooodo me dice “ya olvida a ese tipo, mereces algo mejor”, a lo que primero tengo que recalcar, recalcitrar y subsanar esa tumba: ese tipo no es David (mi ex marido), es otro tipo que no importa tanto porque quién sabe si a la final “es el tipo”, o “él es” o yo que sé, siempre estamos pensando en “el alguien” para alguien, en “la persona correcta”, y por estar en esas ya he tenido algunas relaciones fallidas en Facebook.
Igual dejarlo o no dejarlo no es la cuestión. La cuestión es eliminar todo patrón de desamor, o hablar del desamor como en La Caracola de los Amantes… un relato mío del cual será una parte publicada en una revista. No sé si es lo que más habría querido. No lo sé. Al menos tengo harta distracción. Ahora mismo voy a llamar a David a preguntarle que cómo va el papeleo, ese divorcio sí que tiene que celebrarse. No nos habíamos divorciado por vagos. Bueno, en un principio por desconfiados, por peleados, pero en el fondo y luego de que destapé toda esa cañería siento que estamos en la misma página ya. Eso último lo escribí hace tiempos, en el fondo no estamos en la misma página porque no hemos aprendido lo geminiano, por ejemplo, él habló con mi padre algunas cosas relacionadas al divorcio que no ha podido darse por una cuestión jurídica que intento resolver por mi cuenta, como una mujer mayor y medio chira, pero super abundante. Yo estoy posiblemente hiriendo susceptibilidades, y esto tiene que ver con el mal manejo de lo geminiano, que pasa entre lo que debe ser comunicado, y lo que deberíamos omitir.

Estoy sanando a mi adolescente interior. Estoy reciclando todo escrito entre las redes, pero creo que esto no irá en Facebook directamente porque no es mi intención llamar la atención. Todos queremos llamar la atención, todos queremos ser reconocidos. Algunos lo demostramos mejor que otros. Para algunos es más necesario que para otros. Ya lo dije, hoy no pretendo tanto ser una escritora como escribir en mil formatos. Maria Elisa me preguntó un día, ¿pero para qué esto del blogueo? Para compartir. Así como ahora las RRSS existen para todos. Cada quien elige sus formatos, de algo me ha servido lo que estoy estudiando ahora -Contenido Digital- actualizándome en mi carrera de Comunicadora Creativa -para resumir y darle una forma más concisa a mi título de licenciatura en Casa Grande. Estoy aprendiendo a ser concisa y a explicarme. Este eclipse para mí se trata de dejar de querer ser la muy muy académica como mis profesores (como los profesores doctores en general) y entender que este doctorado podría ser eterno, y podría ser muy disfrutable. Dicen que no se deben contar los planes, tal vez es cierto. Pero no tengo nada muy planeado desde que decidí -hoy- que ya no me importara tanto el resultado. Ni en lo que diga mi tía, que quiere -me impulsa- a ser una escritora, como si ser escritora solo se tratara de publicar libros. He decidido actualizarme, y actualizarme es dejar a un lado la idea de ser reconocida como escritora para disfrutar verdaderamente el escribir porque me da la gana, más que porque sea o no mi profesión. He llegado a la conclusión de que soy súper profesional, lo cual no es bueno, me resta credibilidad. Soy actriz, escritora, bailarina, cantante, profesora, entrenadora, terapeuta, pastelera e "Influencer Wannabe". Jamás seré bien vista en LinkedIn. Es más, voy a ver cómo disimulo ese perfil súper profesional. Creo que mi descripción de Twitter resume mi currículum. Sí escribo a manera de diario, recuerdo que escribí hace tiempos un post respondiendo a un chisme de Andrea, de que Cecilia Ansaldo aconsejaba no publicar comoyo, puras cosas personales. En ese momento me dio duro porque Cecilia era como un Paradigma (así, con mayúsculas), pero hoy es simplemente una colega. Ojo que digo simplemente y no simple, le sigo teniendo el mismo respeto y cariño que cuando fue mi maestra. Extraño ser maestra. Pero es hermoso entender que para mis mejores alumnos yo siempre seré una de sus mejores maestras. Y no necesito nada más en esta vida. En este momento respecto de mi profesión de maestra.

Más adelante y en otros posts continuaré con lo más interesante para algunos: mi vida amorosa. Ahora intentaré dormir, porque mañana tengo un casting del cual podría derivarse una historia más de esas. No sé, pienso que el Universo sabe cómo hace sus cosas. Por no decir Dios, porque nunca entendí eso de mencionarlo en vano. Por esta vez les digo Adiós.






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