no sirvo para no volverte



mirándote a mar peligra el silencio que depura al que siente... desea tanto la orilla y se avalancha para revolcarte de él... pero el cielo rojo que es el infierno de otro poeta maldito, de esos que pretendemos no existen de dios... del que sabe cuando canta que se va a mar... el de temer, en todo caso, el que hace que todo silencio regrese sobre sí mismo.

y así hay un mar en un yo encharcado...

y así indeciso quiere y teme...

y canta para sí.

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