somos unos cursis

Y no quieras escaparte de ese somos... porque cuando somos, ¡somos!


En nuestra "naturaleza social", todos tuvimos alguna vez ojos de perro... de lo contrario no reconoceríamos cuándo alguien - que es lo siguiente de algo- se empieza a poner cursi.


¿Por qué mientras no estemos en público, podemos hacer todas las ridiculeces que queramos?


Hoy he decidido felicitar a quienes suelen provocar la piel de gallina ajena... ¡y a mí también! Ahora que estoy "en público", me he dado cuenta de lo cursi que he sido en mi vida, y de lo cursis que han sido todos ustedes en ella. ¡Felicitaciones!


A veces, por no ser cursis nos volvemos arrogantes, y la gente nos detesta, ¡porque a la gente le encanta la cursilinada! Si no, ¿por qué creen que el populismo tiene tanto éxito?

Las cursilinadas por lo general están llenas de promesas, cancioncitas, manitos cogidas, autoayudas y calditos de pollo para el alma... ¡es increíble el poder de todas esas puerilidades!
Ahora que lo pienso bien, Hitler fue uno de los mejores cursis del mundo... Si el hecho de imitarlo puede llegar a ser cursi, el hecho del bigote y del iracundo y de la fuerza de los pobres que saca lágrimas y funditas de leche con la cara del presidente que canta y baila con su pueblo, ¡puede llegar a ser cierto!


Así como hoy me he encontrado con la sabiduría de lo patético en las frases de un viejo diario y en las ideas de otros, estoy segura de que los más grandes pensadores también tuvieron sus rosados, la diferencia es que ellos no los pintaron (pero pregúntenle a sus enamorad@s, porsiacaso).


Hasta tu más erudito tuvo una pubertad llena de grupitos de música de jovencitos(as) que se vestían raro y luchaban con las deformidades de la voz y del cuerpo. Tu jefe también es cursi en sus soledades... además alguna vez fue fan de... (¡sí!) puedes contentarte con eso.


Así que no hay por qué tener miedo de aceptar que te miras al espejo y haces todas las ridiculeces que no harías si yo te estuviera viendo del otro lado, y saca el cursi que hay en tí para parafrasearlo, es más, ¡los de la publicidad me van a robar la idea!

Por lo pronto me desvergüenzo de haber creído que "La medida del amor es amar sin medida"... o que "No se deja de reír al envejecer, se envejece al dejar de reír".

(Las otras no las pongo porque no tengo ganas de ser diputada o presentadora de happy talk shows y así me evito la cara en los cartelitos gritando corazones con mi nombre en nuestros pelos de punta).

Pero, si después de todo una frase común es lo que hace a la sociedad, y también lo que puede hacer que algo pase de ridículo a universal, ¿qué es lo cursi sino lo que todos somos cuando somos?