La Ciudadela y los Perros o cómo sobrevivir a un divorcio por amor al arte: morir de amor.
Es interesante estar escribiendo esto mientras espero en el registro civil para cedularme como divorciada. Y ver a muchas parejas ilusionadas entrando para casarse. Es bonito el matrimonio y el divorcio es liberador, pero no podía estar preparada para esto si no pasaba por otra ruptura, por otra especie de traición.
Me preguntaron si alguna otra vez había amado así, porque al leer las cartas que publiqué, más de una persona expresó que le encantaría ser amada como yo lo amo a Eduardo. Y sí, igual lo amo, creo que cuando se ama profundamente, por más que te hieran, no se deja de amar. Lo importante es que soy consciente de que es mi amor el que lo hace especial. Aunque le esté lanzando perlas a los cerdos.
Y ser consciente de que en realidad no se ha terminado nada. Al menos esta vez pon tu alma, le diré.
Y que nada me mate más...
En lugar de estar buscando esos intentos de asesinos me concentro en entrenar para enfrentar la vida.
Tampoco pensé que podría amar tanto a David, también lo apuñalé y dolió la vida. Pero a este lo pude amar más... y cuando se van, solo queda el amor de uno para actuar, para escribir, para cantar, para bailar, para olvidar. Siempre se puede amar más.
No se puede luchar contra el destino, lo que tiene que ser, será. Todo prueba mi fuerza y hay que ver qué tan buen personaje es ese man... Si se queda como personaje, uno muy importante en mi vida, o si se vuelve a acabar la vida... No sin antes matarlo yo.
Ahora lo tengo en cuenta regresiva, siempre supo el momento exacto en el que tenía que revivir, pero puede que esta vez me muestre su alma. Y si lo voy a matar, tendré que gatillar.
Comentarios