De la indecisión y otros demonios.



He venido teniendo una nueva objeción últimamente acerca de cómo los hombres hétero se portan con nosotras: fugitivos. Y es que- como por ahí menciona mi personaje de telenovela- los papeles están cambiados, los caballeros las prefieren brutas o huecas o  hechas las tontas y simplemente creen que porque una dice que así o asá son ellos, tienen que comportarse como todo lo contrario de predecibles. Pregúntenle a sus mejores amigas solteras, y verán que no miento.  A mí me pasa especialmente con el hombre con el que yo creí me iba a casar en una fecha específica y con invitaciones listas, y que ahora, gracias a mis síndromes oso polares, ya no está tan seguro. Sé que me tiene que querer como soy y todo, pero qué le voy a hacer, si es el único que me ha aguantado cada loquera, le doy el derecho de la (in)decisión... Pero oigan, este es un caso muy especial, sé por la experiencia propia y de mis amigas que los hombres lo que quieren es una señorita muy particular, que sepa cocer, que sepa bordar y que sepa abrir la puerta para ir a jugar... ¿será?

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